lunes, 15 de diciembre de 2008

Ya están aquí

Bueno, ya ha pasado un año y vuelven a hacer acto de presencia las Navidades. No sé qué extraño mecanismo se pone en marcha a partir del puente de la Purísma, pero el caso es que mis biorritmos empiezan a bajar en picado hacia las profundidades insoslayables de la más profunda tristeza... y no remontan hasta el 7 de enero.

Dicho en plata: no soporto las Navidades. Tienen un desagradable efecto en mi ánimo que no me apetece sufrir, y sin embargo tengo que pasar por ello un año detrás de otro. Y no es porque tenga alguna pérdida que lamentar, ni porque quede más snob que no te gusten las Navidades. Desde que tengo uso de razón, he tenido esos mismos sentimientos. Incluso recuerdo un día de Navidad del año 88; estaba en la cocina de casa de mis padres, tomando un café... miré el reloj y tuve la sensación de que el tiempo se congelaba, no avanzaba. Entonces me dije a mí misma: ¿cómo estarás el día de Navidad de dentro de diez años?

Lo cierto es que el año 98 no pensé en aquella escena, la recordé después. Pero la respuesta hubiera sido: estarás jodida, como siempre...
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SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.