domingo, 8 de febrero de 2009

De Profundis

A veces tengo la sensación de estar en una cárcel, y utilizar este blog como una colección de cartas hacía un incierto exterior, con la esperanza no de que me lean, sino de conjurar en la escritura esos fantasmas que todos tenemos y que nos atenazan en las noches oscuras.
Ayer fue una de esas noches... nunca sé cuándo se esconde la luna para mí; de repente soy consciente de que ha ocurrido y ya no se puede hacer nada más que esperar a que acabe la noche y salga el sol de nuevo.

Esas penumbras me hacen pensar, y mucho. Pensé en intensidades... desde que la enfermedad de Sara tiene nombre, mi vida ha ganado en intensidad. Los retos que se me presentan son inmensos, y me generan una ansiedad que jamás pensé que pudiera sentir. Las batallas son a vida o muerte, los fracasos profundos pozos de desesperación y las victorias... No puedo expresar lo que siento cuándo conseguimos ganar un palmo de terreno a esa maldita ladrona que tiene capturada a mi hija.

Mi vida se ha vuelto muy intensa, sí. Pero la prefería cuándo era más anodina. Por muy dulce que sea la victoria, el camino que lleva a ella se hace muy cuesta arriba.
Si pudiera elegir, preferiría subir mil veces el Tibidabo que una sola vez el Everest. Quizá me falte carácter...
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SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.