miércoles, 2 de septiembre de 2009

Y ahora... ¿qué?

Bueno, pues se acabaron las vacaciones. Si tuviera que darles una nota, este año les pongo un 8/10. Tras un arduo trabajo de planificación y logística, y su correspondiente inversión monetaria, ha sido posible descansar bastante más de lo que pensaba. Largas horas al sol, en el mar o la piscina dejando pasar el tiempo intensamente... Los que apenas disponen de tiempo libre, entenderán a qué me refiero. A disfrutar de la intensidad de la nada...

Ese dilatamiento espacio-temporal del que ya habló algún físico en su momento (y que ahora no recuerdo, será que la memoria es selectiva y sólo recuerda lo importante e inmediato), me ha permitido dedicarme a mi gran pasión (retumbe de tambores): la lectura. Ya sé que queda snob leer en los tiempos que corren, pero es que una se educó en otra época, cuándo los colegios "decentes" no eran mixtos, y te enseñaban asignaturas de enjundia y necesidad absoluta como "labores" o "francés".
De los cinco libros que han caído este mes, tres me han parecido de una calidad remarcable. Son los que se corresponden con la trilogía "Tu rostro mañana" de Javier Marías. A pesar de no ser una lectura ligera, me ha contagiado de nuevo de esa fiebre que se apodera de tí cuándo un libro te engancha, y vas robando minutos perdidos para ir avanzando página a página. Con desesperación por avanzar y con desesperación porque ese avance hace que se acerque el final de la lectura...

Esta última semana de vacaciones que ya paso en mi refugio habitual la estoy utilizando para preparar la vuelta al cole y a la rutina de todos los años... Rutina que, indefectiblemente, echo de menos cuándo acaba agosto. Vaya usté a saber porqué. Llevo unos días de compras, gestiones, médicos y encargos que me están poniendo a punto para el estrés habitual.

Además, he empezado en un gimnasio nuevo. Me dí de baja en el de siempre y el día 1 de septiembre inicié mi andadura en un nuevo templo del culto al cuerpo. De momento no me convence demasiado, aunque lo atribuyo a que los sitios nuevos siempre te son extraños al principio. Nada está dónde te esperas, no existe aún esa familiaridad con el entorno que te hace sentir cómodo. Echo de menos mi gimnasio de siempre, pero le daré un tiempito al nuevo. 100 días de gracia, cómo a los papanatas que nos gobiernan (o lo pretenden).

También he hecho de nuevo el propósito de cada septiembre, pero esta vez va en serio, de verdad. Ya he dado el primer paso en ese sentido (y eso sí que es una novedad). He tomado la decisión de simplificar al máximo mi vida... Y estoy convencida de que lo lograré esta vez. El paso al que aludía antes es que he hablado con mi familia y les he hecho una propuesta: a partir de ya, no nos hacemos regalos más que en Navidad. Se han acabado los regalos para el cumpleaños, el santo, el día de la madre y el del berberecho salvaje. Haciendo un cálculo rápido, a 3 regalos por año considerando 12 personas, nos salen 36 regalos, más o menos uno cada 10 días. O sea, semana sí, semana no, ponte a pensar en algo original, novedoso, deseado y encuentra el tiempo para ir a comprarlo....
A partir de septiembre (y conste que lo hago el mes en el que en mi propia casa hay cinco cumpleaños y tres santos), sólo se hace un regalo por persona, bien chulo, en Navidad (excepción aparte de los niños, que no están para tonterías y se pasan el año contando los días para que llegue su cumpleaños).

Ah, y que sepáis que este año sí. Este año me toca ser feliz :)
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SUS...PIRO

Tanto aire exhalado sin sentido... intentaré hacer algo productivo con él y convertirlo en palabras.